Tu puerta
Me detuve en la esquina situada al norte de la gran alameda tapizada con árboles y poblada de ruidos, miré hacia la izquierda y derecha y nada.
Me detuve a la salida de un túnel largo y estrecho que había estado recorriendo en sueños, cuando desperté, noté que era real, miré hacia la izquierda y derecha y nada.
Me detuve ante una puerta común, ni tierna ni poderosa, pero orgullosa en su trabajo de franquear el paso a los intrusos.
No tuve que mirar ni a la izquierda ni a la derecha. Frente a mi, estabas tú.
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